Abrió la
puerta con la esperanza
que lo
alimentaba
(como se alimenta un lobo hambriento).
¿Esta vez
la encontraría allí,
acurrucada
en el sillón
esperándolo.?
Se le erizo
la piel
cuando su
mano izquierda
(por cábala)
giro el
picaporte gris.
La
habitación era una sombra
meciéndose
por encima
de su nombre.
Se recostó
sobre la inconsistencia de las cosas
y tomo su
café,
saboreándolo,
como un fabricante de recuerdos.