Contigo aprendo a vivir cada día,
entre cascabeles y ruiseñores,
entre sombras y supuestos pecados.
Saludo a la vida
con este amor que llevo a cuestas
ondulando entre las persianas de lo impredecible,
desde la hondura de mis manos
que contienen tu territorio,
desde la marea infinita de mis versos
que alucinan con tus ojos/peces /
en el parpadeo de las horas
sedienta de ti, y de tu esencia.